domingo, 2 de noviembre de 2014

Brujas, calabazas y difuntos



Qué sano es el recuerdo de aquellos que nos precedieron y cuánto amor mueve dentro de nosotros, seguramente proyectado en nuestra vida actual. Es muy posible que mucho de lo que aprendimos de ellos, sea hoy fuente de nuestro comportamiento y sentir. Así pues, recordar a nuestros seres queridos es ahondar en nuestras raíces fundantes, en nuestros sentidos profundos. Nada que ver, entiendo, con tristezas emocionales (-lógicas y evidentes por otra parte-) y con bloqueos de negritud infinita.

Por todo lo anterior no acabo de entender la necesidad de disfrazar la muerte de divertimento. No acabo de entender ese Halloween descontextualizado, ajeno a su cultura propia, exento de los sentidos que pueda tener allí donde tiene sentido. Me suena, eso sí, a algo evidente: Nuestra cultura no soporta la frustración, el dolor. Lo tolera con dificultad infinita. Trata de esconderlo, apartarlo, disimularlo. Y ahí está la muerte como pregunta profundísima. Como dolor intangible. Como frustración de proyectos. Como tantas cosas difíciles de asimilar. Tendría pues sentido que, en días que nuestra cultura revive, trae a colación la muerte, surja el intento de disfrazarla de vacuo divertimento, de fiesta superficial, de risa fácil. Tendrían sentido los disfraces de brujas, murciélagos, esqueletos y demás. Tendría sentido la simplificación superficial que evite la pregunta de sentido, la hondura de la frustración, la incerteza de la duda, el dolor de la ausencia… Tal vez Halloween solo sea, además de un producto comercial, una banalización más de nuestro ser social para huir de lo que cuesta asimilar. Un intento de superficializar lo que tanto cuesta tolerar. Tendría sentido desde ese punto de vista de la sociedad líquida de hoy.

Me pregunto, eso sí, en esta espiral de huida, qué habrá de pasar cuando, pese a todo, las circunstancias, las frustraciones, los dolores, las dificultades, las preguntas profundas llamen inexorablemente a nuestra puerta –que llamarán-. ¿No estaremos perdiendo viejas escuelas de aprendizaje sabiamente creadas por nuestros predecesores? ¿No es eso la cultura propia, en realidad? ¿No estaremos negando el sabio legado que otros nos hicieron en pos de una globalización superficializadora y enajenante? Preguntas. Simples preguntas…

Seguramente mis buenos amigos filósofos tildarán estas líneas de atentado a su materia. Espero disculpen mi atrevimiento de lego. 

En fin. Mientras, me voy a ver algunas fotos de aquellos que ya no están y a los que quise y quiero. Estoy seguro que voy a sonreír mucho. Mucho…