viernes, 30 de diciembre de 2011
Se acaba un año...
jueves, 22 de diciembre de 2011
Del Belén de mi clase
domingo, 11 de diciembre de 2011
Estamos de cumple
domingo, 30 de octubre de 2011
Estoy confuso
sábado, 29 de octubre de 2011
¡Esto no es Haloween!
jueves, 21 de julio de 2011
Para echarse a temblar
lunes, 18 de julio de 2011
La confirmación que no tenía
jueves, 14 de julio de 2011
Se me ha casado Juanan
jueves, 7 de julio de 2011
El duende del Camino
No piensen ustedes que les voy a contar un cuento. No. De hecho mis pies y mis músculos atestiguan lo contrario… Verán: hace apenas un par de días regresé después de realizar el Camino de Santiago. Para ser exactos, los 115 últimos kilómetros del Camino francés. No era mi primera vez, sino la tercera, así que ustedes podrán pensar que nada nuevo había bajo el sol de tal vivencia para este menda que les habla. Craso error. El Camino siempre tiene algo nuevo, algo de descubrimiento, algo de… que no puede apenas definirse con palabras… El Camino se convierte en experiencia propia, individual, intrapersonal e inasible sino es desde dentro… Es la experiencia del peregrinaje físico –externo- que, les aseguro, no es un camino de rosas… El caminar se hace duro, las fuerzas llegan a abandonar, las heridas, dolores y rozaduras pretenden ganar la partida contra uno mismo… Pero ahí surge, milagroso, el afán de superación, de transgredir la adversidad y lanzarse hacia la meta soñada, intuida… Meta que al fin se alcanza desbordándose en una alegría difícil de explicar y que a muchos parecerá inaudita… El camino es ir siguiendo, confiado, esas flechas indicadoras una y otra vez, cruce a cruce, paso a paso, kilómetro a kilómetro… ¿No será, de algún modo, un trasunto de la propia vida, del camino propio?... Y el camino es la relación, la comunicación… En esta ocasión viví la experiencia con otras veinte personas, adolescentes y profesores que compartimos día a día en el Colegio. He de decir que la experiencia grupal ha sido magnífica. La relación inmejorable. El apoyo mutuo indescriptible… El camino se ha llenado de gestos, de un sencillo pero profundo estar al lado de, de sonrisas, de palabras apropiadas, del saber estar ahí… Si lo relacional es asombroso siempre, esta vez lo ha sido en demasía. Así que, permítanme, y contra mi costumbre, poner nombres propios y agradecer con todo el ansia debida a mis compañeros de viaje que lo hicieron inigualable: Ana, Sergio, Iván, Frank, Omar, Puli, Sara, Álvaro, René, Nagore, Carlos, Cova, Miguel, Humberto, Paula, Carmen, Alfonso, Iván, Amable y Rafa, que tuvo la magnífica idea de echar a rodar y hacer realidad este maravilloso “chiringuito”… A todos vosotros, compañeros de Camino: ¡Gracias! Todo se hace más fácil cuando alguien camina realmente a tu lado y eso lo habéis hecho realidad cada día… Sencillamente ¡Gracias!
Ojalá hubiesen ustedes visto las caras de todos al llegar a la Plaza del Obradoiro, es algo que guardaré como un tesoro en mi memoria de caminante… Esas caras, esas sonrisas, ese abrazo espontáneo, lo decían todo…
Y al final, envuelto en el rumor sordo de los pasos en mitad de unos rincones naturales plenos de belleza, oigo las palabra de todos al compartir el final de la experiencia: “el año que viene repetimos” porque, como decía alguien esa misma noche: “el camino tiene un no sé qué que no se puede explicar”… El camino tiene algo, tiene duende… el duende de la experiencia personal. El camino se convierte en encuentro con uno mismo –lo primero-, con otros, y tal vez con Dios –para el que lo viva así-. Pero se viva como se viva, el camino engancha, el camino tiene duende…
Ojalá el camino de la vida siga haciendo que nuestros caminos sigan cruzándose y que sigamos caminando detrás de las propias flechas, junto a un grupo que se ha consolidado como tal. Ojalá el año que viene retomemos el Camino de nuevo. Mientras, disfrutemos el camino del día a día y digámonos una vez más con una sonrisa, o con cara de no poder más: ¡Buen camino! Y ya de paso, que caminemos juntos, bastón en mano… Dejemos que el duende siga vivo. El duende del camino…
domingo, 3 de abril de 2011
¿Educaqué?
Hace no muchos días acerté a ser testigo de una de esas situaciones chuscas y cuasi-surrealistas que solo pueden darse en nuestro país de pandereta… Verán: Programa de educación en valores y de prevención de drogodependencias de un ayuntamiento patrio; alumnos de educación secundaria participan en la actividad; se trata de una buena película escogida con acierto en cuanto a temática y calidad. Hasta aquí todo perfecto. Revuelo inicial del chiquillerío al entrar y acomodarse en la sala. El maestro de ceremonias del evento toma el micro y, no sin cierta dificultad pese a la megafonía, logra que los adolescentes se callen. Da cuatro pinceladas esbozando lo que van a ver y, sorpresa, presenta a algunas personas que allí aparecieron: “Son miembros de una comisión europea de educación que vienen a conocer el programa y su aplicación”. Comisión europea, ahí es nada… Murmullo admirativo en el personal, apagón de luces y… Chillidos, silbidos, aplausos, pataleos… Juro que no exagero nada, ¡palabra!… Afortunadamente, tras los primeros minutos del film se estableció un ambiente más clamado aunque en ningún momento silencioso; roto, claro está, por comentarios a voz en grito jaleados por compinches dispuestos a la carcajada histriónica sin límite… Eso sí, con la anuencia de los profesores, algunos totalmente desaparecidos –hay que tomar el cafetito-, otros presentes como convidados de piedra… Imagínense el panorama… Todo pudo quedar ahí, pero no: A falta de unos diez minutos para el final, todo un grupo de un centro educativo (calculo entre cincuenta y cien chicos), previa voz en grito de uno de sus profesores se levantan en bloque y, sin cortarse un pelo, cual si la película hubiese terminado, salen de la sala gritando y comentando la jugada… De ahí en adelante no hubo forma de seguir la película pues el griterío fue ensordecedor… Les juro que sentí vergüenza, sonrojo absoluto y pensé: He ahí nuestra educación patria… No quiero ni pensar lo que se les pasaría por la cabeza a esos representantes educativos europeos viendo lo que vieron… Y eso que, según parece, se les trataba de vender la moto… Lo dicho, nuestra España de chirigota y pandereta, plena de educación y buenas maneras, como siempre…
jueves, 31 de marzo de 2011
Hakuna matata o el efecto mañana
Tengo la suerte de pertenecer a un grupo de amigos de ésos con los que da gusto estar y compartir, de ésos con los que se han vivido muchos proyectos, historias, aventuras y desventuras… Un grupo de amigos forjado a base de roce, buenos modos y cariño, como no podía ser menos… Hoy estamos desperdigados por lugares diversos pero mantenemos esa unidad y esos rasgos de identidad que nos hacen sonreír y acordarnos de los demás… Verán, un miembro de este grupo, desde hace años, tenía y tiene la costumbre de, ante los días malos y las dificultades que surgen a menudo, retomar dos palabras claves de una canción: “Hakuna matata” y con ellas la filosofía de la misma… ¿Les suena? Se trata de un tema de la banda sonora de la película y del musical “El rey león”… Les invito, si no la conocen, a escucharla con detención y gustar las palabras que ya, en nuestro grupo de amigos, repetimos obstinadamente en la vida diaria, siempre con el sonsonete cantado, porque, han de saber ustedes que el contagio grupal es completo en este caso… Ante toda dificultad y momento bajo: “Hakuna matata” y la sonrisa consiguiente…
No negaré que últimamente andaba este menda algo cansado, preocupado de más y sin mucha alegría en el cuerpo, por no decir lo contrario… En ocasiones escuché la canción de marras, o la canté o repetí las palabras “talismán”… No siempre tuvieron éxito, lo reconozco, pero sirvieron para recordar a buena gente, que no es poco…
El pasado fin de semana, recién estrenada la primavera y con cambio de hora de por medio pude dejarme caer por Madrid y disfrutar de museos y espectáculos diversos. Entre ellos pude ver el musical: Annie. Espectáculo veterano (se estrenó en Broadway en 1977) aunque no considerado de los “grandes”, sin duda… Disfruté de esa sencilla pero entrañable historia… Dentro de la misma hay una canción que conocía pero casi había olvidado y que hizo vibrar no sé qué cuerdas al escucharla: “Mañana”. Esta es su letra:
El sol brillará mañana
que te apuestas tú a que mañana
sale el sol.
Si piensas que habrá un mañana
todos tus problemas y tus dramas,
nada son.
Cuando el día es muy gris
o estoy muy triste
la cabeza levanto y digo así... oh
El sol ya saldrá mañana,
es mejor que espere hasta mañana
y Dios dirá:
mañana, mañana,
te quiero, mañana
pues hoy es un día más.
Cuando el día es muy gris
o estoy muy triste
la cabeza levanto
y digo así... oh
El sol ya saldrá mañana,
es mejor que espere hasta mañana
y Dios dirá:
mañana, mañana
te quiero, mañana
pues hoy es un día más.
mañana, mañana
te quiero, mañana
pues hoy es un día más.
Así que me instalé la sonrisa, no la artificial, sino la que sale de lo hondo y me dije pensando en nuestro hoy londinense amigo y en todo nuestro grupo: “Hakuna Matata”… Y me lo vuelvo a decir y, si me permiten la presunción: díganselo, apúntense al efecto mañana y hakuna matata, que no será milagroso pero ayuda a ir tirando… Ya saben, pongan estas canciones, gústenlas y sonrían mientras cantan, sobre todo si el día no va bien…